¿Qué diferencia los medicamentos a base de cannabis de otros medicamentos?

Los medicamentos a base de cannabis han despertado un interés creciente debido a sus propiedades farmacológicas únicas. ¿Pero qué diferencia realmente estos medicamentos de otros? La planta de cannabis contiene muchas moléculas activas, muchas de ellas comunes a otras especies vegetales, como los terpenos o los flavonoides. Sin embargo, el notable perfil farmacológico del cannabis está basado fundamentalmente en su compuesto activo principal, el delta-9-tetrahidrocannabinol, o THC. El THC es una molécula única en la naturaleza, ya que es capaz de unirse a unas proteínas presentes en nuestras células produciendo una respuesta fisiológica característica. Estas proteínas, llamadas receptores cannabinoides de tipo 1 (CB1), pertenecen a una familia denominada “receptores unidos a proteína G” o GPBR por sus siglas en inglés, que juegan un papel fundamental en la comunicación celular y que han sido ampliamente investigadas para el desarrollo de fármacos. Pues bien, el CB1 es el GPBR más abundante en el cerebro humano, ¡lo cual nos da una idea de la relevancia de su actividad!

El descubrimiento de la estructura del THC en los años 60 inició una campaña de química médica para obtener medicamentos con efectos similares. En los años 90, se identificaron moléculas similares al THC, pero más selectivas y potentes, y se descubrió el sistema endocannabinoide (SEC). El SEC está presente en muchos órganos y tejidos distintos, incluyendo el sistema nervioso, vascular, musculoesquelético y digestivo, entre otros. Su función general es la de mantener la homeostasis: en otras palabras, ayudar a que el organismo pueda adaptarse y dar una respuesta satisfactoria a cambios ambientales.

El tremendo potencial para el diseño racional de medicamentos que tuvieran al SEC como diana farmacológica contrasta fuertemente con el fracaso que las distintas estrategias seguidas hasta el momento para el desarrollo clínico de fármacos cannabinoides. El THC continúa siendo el único agonista (molécula capaz de activar directamente a un receptor) de los CB1 que puede ser recetado por un médico en sus distintos formatos: Marinol®, Syndros®, Sativex® o productos medicinales a base de cannabis. Alternativas como la nabilona (Cesamet®) no han tenido una gran aceptación por parte de la comunidad médica, o como el ácido ajulemico, que no ha llegado a completar su desarrollo clínico. Estrategias alternativas como los inhibidores de la recaptación o de la degradación de endocannabinoides generaron gran interés por parte de la industria farmacéutica para el desarrollo de medicamentos en la primera década del siglo. Sin embargo, debido a distintos fracasos en ensayos clínicos, la investigación con cannabinoides para el manejo clínico del dolor se ha abandonado en gran medida.

En este escenario, los medicamentos a base de cannabis representan la única herramienta farmacéutica de la que los clínicos disponen actualmente para explotar el SEC con fines terapéuticos. La evidencia del mundo real recogida en distintos países en los que ya existen programas de acceso a estas especialidades farmacéuticas sugiere que su uso está asociado con una mejoría robusta en el manejo de poblaciones con enfermedades crónicas. Los pacientes reportan una reducción en los síntomas asociada con una mejoría de la calidad de vida, de la arquitectura del sueño y el descanso y del estado de ánimo, sin aparición de efectos secundarios graves. En resumen, los medicamentos a base de cannabis representan una herramienta importante para el manejo de enfermedades crónicas, pero aún se necesitan más estudios para comprender completamente sus efectos a largo plazo y su relación costo-beneficio en el sistema de salud.